sábado, 9 de febrero de 2019

Ruta hasta las cárcavas y el 'camello' de Morata de Jiloca


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Pero además, el municipio cuenta también con un tesoro de la naturaleza: una de las más espectaculares zonas de cárcavas del río Jiloca... SIGUE LEYENDO

lunes, 4 de febrero de 2019

De ruta por las Tierras del Jiloca y Gallocanta

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Las Tierras del Jiloca y Gallocanta hermanan las provincias de Zaragoza y Teruel en un espacio común pero a la vez sumamente diverso. Por un lado combinan parajes esteparios con sabinares milenarios, lagunas saladas y altiplánicas que atraen como un imán a decenas de miles de grullas cada invierno junto a profundas hoces horadadas por un río de piedra cuyo curso helado viene acompañado por el planeo de buitres y alimoches. La solidez de imponentes torres mudéjares como faros de un medievo que reunión a tres culturas muy diferentes y pueblos de cuento secundando una vereda solitaria. El aroma del azafrán, de la trufa o de los secaderos de jamón se ocupan de envolver para regalo un sinfín de sabores y tradiciones que por sí solas son capaces de explicar un territorio que siempre sirvió como cruce de caminos donde a los transeúntes son guiados por robustos peirones de piedra así como por los cielos más rasos y limpios que se puedan imaginar.



Tras varios días recorriendo la zona con el coche me gustaría proponer a continuación una ruta por las comarcas del Jiloca (Teruel) y Campo de Daroca (Zaragoza). Un itinerario no falto de propuestas con las que se demuestra que en esta parte de Aragón la sorpresa tiene cabida. Que es rica en rincones históricos formidables, espectáculos naturales al alcance de todos y la bondad de los lugareños que provocan que el frío invernal se pueda contrarrestar con la más cálida hospitalidad. 

Jiloca y Gallocanta, dos ejes vertebradores de un territorio fascinante



Dos elementos como el río Jiloca y la laguna de Gallocanta se encargan de vertebrar y marcar un territorio común que forma parte de provincias distintas. La comarca del Jiloca (Teruel) así como Campo de Daroca (Zaragoza) tienen en estos elementos naturales auténticos aliados que les han aportado personalidad y carácter. Al oriente de Molina de Aragón (Guadalajara), en plena frontera histórica, primero entre musulmanes y cristianos, luego entre aragoneses y cristianos, son sabedores de que sus legendarios y gélidos inviernos son, en cierto modo, parte del encanto de la tierra. Porque más que pluvioso y nuboso, este trocito de Aragón está cargado de la luz de sus cielos despejados que regalan unas increíbles puestas de sol, eternos amaneceres y noches tan estrelladas que basta con asomarse a la ventana para admirar este planetario natural al que no le hacen falta filtros.
Si de algo me sonaba esta zona era por la laguna de Gallocanta, una parada indiscutible para buena parte de las grullas que bajan cada invierno del norte de Europa buscando rincones más apetecibles para ellas. Muy pocas se escapan de detenerse algunos días tanto de ida (a partir de noviembre) como de vuelta (mediados o finales de febrero), o incluso de quedarse durante varias semanas en esta laguna endorreica de gran valor medioambiental. De hecho se trata del mayor humedal salino de la Península Ibérica y el mejor conservado en Europa occidental, condiciones excelentes para atraer a múltiples aves (no sólo grullas invernantes) durante todos los meses del año. Aquel es un paraíso para los amantes de la ornitología. Y además regala cielos estrellados, ruinas celtibéricas y unos amaneceres de otro planeta.
Pero, a lo que iba, mi intención pasaba por las grullas porque en ningún sitio se pueden ver tantas ni a tan corta distancia. Aunque lo que pasó es que fui conociendo más y más… y más, hasta darme cuenta de que había encontrado otro de mis sitios en el mundo. Que disfrutaría de los callejones medievales de Daroca y su gran patrimonio, gozaría con la gran colección de torres mudéjares de pueblos minúsculos, de un paseo agradable en la bella Anento, el Sabinar de Olalla o los Ojos del Jiloca. Que aprendería sobre el mundo del azafrán en Monreal del Campo o en Blancas, y sobre tradiciones de la tierra en el interesantísimo Museo del Jamón de Calamocha. Que me asomaría a castillos impresionantes como el de Peracense y que me relamería con su deliciosa gastronomía.

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